Anthony Peardew, un célebre autor de relatos que se acerca al final de sus días, ha pasado la mitad de su vida coleccionando objetos extraviados, tratando de expiar una promesa rota años atrás. Con el tiempo en su contra, decide legar su casa y todos los tesoros perdidos a su asistente, Laura, la única persona en quien confía que cumplirá su promesa y reunirá los cientos de cachivaches con sus legítimos dueños. El último deseo de este guardián de objetos perdidos desencadena una serie de encuentros afortunados que dan una segunda oportunidad a aquellos que creían haberse extraviado.
Edición:
Los imperdibles, tapa dura.
Autor:
Ruth Hogan.
Páginas:
379.
Reseña.
La historia del guardián nos cuenta la historia, al inicio, de la vida de Anthony y posteriormente, la de Laura. Aunque también nos cuenta las peripecias de una joven en busca de un trabajo que le apasione y le divierta, Eunice. Es una historia entrañable y con unos personas que se les toma cariño y dan ganas de conocerles y saber más sobre ellos.
En un inicio es bastante lenta y en algunos puntos se me hizo pesada de seguir leyendo, pero a partir de la mitad de la obra se pone interesante, aunque la verdad es que no termino de entender el giro argumental. Es como si la autora hubiese decidido improvisar y hubiese dejado volar su imaginación, teniendo como resultado el libro en sí. A mí no me molesta, pero sí que es cierto que me sorprendió y terminó gustándome el rumbo que finalmente tuvo y, por supuesto, el deselance.
Una de las cosas que más me ha gustado de la historia es cómo la autora consigue que todos los personajes tengan una relación entre ellos, aunque, como he dicho antes, sólo se entiende al final y al principio puede ser confuso y tedioso saltar de historia en historia sin saber el sentido. Aún así, es una novela que me ha gustado mucho y que, en cierta forma, explica un modo de vivir y de ver la vida, y además, toca temas que tenemos muy a la orden del día.
Sobre la autora:
Ruth Hogan nació en una casa familiar de Bedford, donde sus padres viven todavía. De niña le fascinaban los ponies y leía todo lo que caía en sus manos. Por suerte para ella, su madre era librera. Estudió filología inglesa. Y luego empezó a trabajar en un empleo para la administración local durante diez años. Le servía para pagar las facturas y la hipoteca. Con treinta años sufrió un accidente de tráfico que le impidió trabajar a jornada completa. Encontró entonces un trabajo por horas como recepcionista de un osteópata y dedicó su tiempo libre a escribir. Poco después le diagnosticaron cáncer. Como la quimiterapia le producía insomnio, pasa las noches escribiendo y el resultado fue ''El guardián de objetos perdidos''. Vive en una caótica casa de estilo victoriano con su sufrido compañero y los perros que ha adoptado.
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